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Al igual que usted y los más de seis mil colegas que asistieron a la IX Conferencia de la IAS de Ciencia en VIH (IAS 2017) en París, nos quedamos asombrados con los datos científicos de Suazilandia presentados el pasado mes de julio1. En una sala plenaria, descubrimos que, en ese país, los nuevos casos de infección por el VIH se redujeron casi a la mitad en solo seis años. Ese dato, referido al país con la mayor prevalencia de VIH en el mundo, es impresionante. Sin embargo, pocos días después, en esa misma sala, nos enteremos del explosivo incremento de casos de VIH en países de ingresos medios de Europa del Este, donde las nuevas infecciones han aumentado en un 60 % desde 20102.
A pesar de los avances científicos a nivel mundial y del mayor intercambio de «mejores prácticas», es evidente que en el mundo existen dos historias complemente diferentes respecto al VIH. ¿Qué ocasiona esta divergencia y por qué persiste?
UNA RAZÓN: LA POLÍTICA.
En países con recursos limitados en los que un fuerte compromiso nacional se combina con un sólido apoyo internacional, la posibilidad de minimizar la epidemia hasta que ya no sea una seria amenaza para la salud pública parece cada vez más factible. En aquellos lugares donde existe un fuerte compromiso político para luchar contra el sida, se le ha dado a la ciencia la oportunidad de orientar la respuesta a esta enfermedad. No obstante, en muchos otros contextos, las cuestiones ideológicas parecen tener más peso que la ciencia en la respuesta al VIH y, en general, en buena parte de asuntos de salud pública. Decisiones políticas nocivas –como rápidas transiciones del financiamiento de donantes a los recursos nacionales, la criminalización y programas de salud pública sin base científica– han llevado a resultados en salud predeciblemente malos, con lo cual, en muchos países y regiones no se logra vislumbrar el fin del sida.
Este año es el trigésimo aniversario de la creación de la Sociedad Internacional del sida (IAS), lo que constituye una importante ocasión de reflexión para nuestra organización. Un grupo de activistas científicos desesperados por compartir información para ponerle fin a la pandemia que se propagaba en el mundo fundó la IAS en 1988. Cuando se creó la IAS, no existía ningún tratamiento para el VIH ni forma de prevenir la transmisión materno-infantil. Existía estigma y discriminación generalizados, poca comprensión sobre la transmisión del VIH y el curso de la enfermedad, falta de concientización respecto al nivel de propagación del VIH (particularmente en África subsahariana) y, en general, solo se usaban preservativos como medio de prevención. Para superar retos considerables, esos activistas científicos tenían que hacer frente a los asuntos de carácter político que impedían una respuesta eficaz a la epidemia.
Desde ese entonces, sorprendentes avances científicos ayudaron a transformar la lucha contra el VIH al cambiar el discurso sobre esta enfermedad de una perspectiva de discusión urgente y liderada por el activismo a un enfoque más tecnocrático y biomédico, empañando a las dimensiones políticas a lo largo del proceso. No obstante, en este momento crítico en el que los discursos sobre «terminar con el sida» demuestran estar cada vez más alejados de la realidad de gran parte del mundo, es necesario que respondamos ciertas preguntas que podrían resultar incómodas:
¿En qué grupos poblacionales queremos eliminar el sida? Gran parte de nuestros esfuerzos actuales se enfocan en personas heterosexuales en África meridional y oriental. No obstante, en esta región y alrededor de todo el mundo, se deja de lado a millones de personas, sobre todo de poblaciones clave. ¿Cómo se construye una respuesta al sida que se eficaz y a la vez igualitaria?
¿Por qué la prevención está quedando rezagada? Tenemos una lista de intervenciones de prevención eficaces que no deja de crecer, pero pocos recursos para implementarlas. Los responsables de planificar los programas nacionales tienen poca capacidad para hacer que la prevención encaje en sus presupuestos, y muchas veces a los líderes políticos les falta la valentía necesaria para enfrentar las preguntas que genera una prevención eficaz del VIH. ¿Cómo hacemos para pasar de la retórica a la implementación de medidas de prevención del VIH?
¿De qué manera los países donantes deberían apoyar la respuesta al VIH en países con ingresos bajos y medios fuera de África meridional y oriental? Una y otra vez vemos a países que atraviesan por una transición del financiamiento de donantes a los recursos nacionales sin el apoyo necesario para mantener los logros de la última década, y así, los sistemas comunitarios se debilitan y la atención clínica falla. ¿Cómo sería una transición responsable?
¿Qué tan preparados estamos nosotros, como comunidad del VIH, para adoptar otros enfoques para manejar la epidemia? La respuesta al VIH ha sabido construir acertadamente modelos de financiamiento únicos y sistemas de provisión de servicios para enfrentar lo que se entendía como una emergencia sanitaria. Para mantener este impulso en un mundo cada vez más integrado, será necesario que trabajemos más de cerca con otros aspectos de los sistemas de servicios de salud y sociales. ¿Cuál es la relación óptima entre la comunidad del VIH y los campos más amplios de la salud mundial y del desarrollo?
Mientras nos preparamos para la XXII Conferencia Internacional sobre el Sida (AIDS 2018), dedicamos la Carta Anual de la IAS de este año a empezar a trabajar en estas preguntas.
¿En qué grupos poblacionales queremos eliminar el sida?
La insistencia de la comunidad del VIH respecto al acceso igualitario a los frutos de los avances científicos ha cambiado y mejorado para siempre el campo de la salud mundial. No obstante, la verdad es que no estamos cumpliendo con nuestro discurso. Estamos siendo testigos de más y más descensos del número de nuevas infecciones de muchas epidemias generalizadas, pero también de un alarmante viraje de la carga de la enfermedad hacia las poblaciones clave, incluidos gays y otros hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, personas que se inyectan drogas, trabajadores sexuales y personas trans. En 2016, las poblaciones clave registraron el 44 % de todos los nuevos casos de infección por el VIH y el 80 % de las nuevas infecciones fuera de África subsahariana3.
Incluso en el caso de epidemias que en líneas generales están disminuyendo, grupos poblacionales enteros están siendo dejados de lado. Así, mientras Sudáfrica ha tenido logros importantes en la reducción de nuevos casos de infección por el VIH, casi dos mil mujeres adolescentes y jóvenes adultas (entre 15 y 24 años) se infectan con el VIH cada semana. De manera similar, se puede decir que, en general, el número de nuevos casos de infección por el VIH han caído en los Estados Unidos, pero nuevos datos difundidos por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades indican que muchos estadounidenses negros están siendo dejados de lado, pues son quienes tienen menos posibilidades de conocer su estado serológico, recibir terapia antirretroviral o lograr la supresión viral4.
Si no actuamos para revertir estas tendencias, el futuro de la epidemia luce mucho más precario de lo que el discurso de «terminar con el SIDA» sugiere. Si se mantiene el rumbo actual, quizás podamos aplicar alguna medida de control a un puñado de epidemias generalizadas principalmente ocasionadas por transmisión heterosexual, pero si no se logran mejoras radicales para llegar a todas las poblaciones, el VIH bien podría llegar a ser endémico en poblaciones marginalizadas en gran parte del mundo. De hecho, tendencias recientes sugieren que eso es precisamente lo que está sucediendo, pues la proporción de nuevas infecciones por el VIH en poblaciones clave sigue aumentando5.
Los esfuerzos de prevención siguen estando crónicamente subfinanciados. Además, la proporción cada vez mayor de presupuestos nacionales y subvenciones del Fondo Mundial utilizados para la adquisición de productos básicos pone en peligro una prevención eficaz. Ningún producto básico va a ser eficaz si no existe financiamiento complementario para la movilización comunitaria, la comunicación interpersonal y la asistencia con miras a la adhesión. Sin embargo, estos son precisamente los enfoques programáticos para los que se ha reducido el financiamiento como resultado de la creciente atención que se presta a las soluciones tecnocráticas para desafíos de orden comportamental.
Si bien las disparidades existentes no se deben únicamente a asuntos políticos (el estigma es intrínseco a la política, pero también es externo a ella), es difícil pasar por alto los sesgos de carácter político que socavan los esfuerzos para asegurar que los logros alcanzados en la respuesta al VIH se compartan de forma equitativa. Un ejemplo de ello es el extraordinario impacto de la epidemia en mujeres adolescentes y jóvenes adultas: 4 de cada 10 mujeres adolescentes (entre 15 y 19 años) en África han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de su pareja6. Además, la violencia de género se asocia a un riesgo significativamente mayor de contraer el VIH7. A pesar de esto, pocos países han invertido en programas integrales para combatir la violencia de género o para garantizar el fácil acceso a servicios de salud reproductiva dirigidos a los adolescentes.
«Debido a malas políticas que reflejan ideologías y sesgo en lugar de argumentos científicos, las poblaciones más vulnerables al VIH se ven disuadidas de acceder a los servicios que necesitan».
Por ejemplo, es normal que las personas tengan temor de someterse a la prueba del VIH si saben que la infección por el VIH es tipificada como delito o cuando la ley prohíbe conductas centrales para la construcción de la identidad personal. Setenta y dos países permiten específicamente la criminalización del hecho de no revelar la seropositividad, así como de la exposición al VIH y su transmisión, con lo cual, muchas veces los grupos marginalizados corren mayor riesgo de ser procesados judicialmente8. Por otro lado, más de setenta países tipifican como delitos las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo9 y la lucha mundial contra las drogas ha creado enormes barreras que impiden el fácil acceso a servicios esenciales para la reducción del daño.
Desde que nuestra lucha comenzó, se concibió a la respuesta al VIH como parte de una lucha más grande por alcanzar la justicia social. Debemos exigir que se deroguen las leyes punitivas, apoyar de manera eficaz a las comunidades para llegar a quienes están siendo dejados de lado y rehusarnos a declarar victoria hasta que se haya logrado terminar con el sida en todos los grupos poblacionales.
¿Por qué la prevención está quedando rezagada?
Cuando la comunidad global adoptó la primera Declaración de compromiso en la lucha contra el VIH/sida en 2001, hizo hincapié en que la prevención primaria era el eje central de la respuesta. No obstante, en 2018, la prevención primaria es un punto que por lo general se toma en cuenta en último momento. Dado que el nivel de gasto de los programas ha aumentado –y con justa razón– para proporcionar servicios básicos y tratamiento al creciente número de personas diagnosticadas con el VIH, las inversiones en programas esenciales para la prevención del VIH muchas veces han sido desplazadas, sobre todo debido a que el financiamiento para el sida se ha estancado.
Las predicciones que indican que podemos terminar con el sida se basan principalmente en el enfoque 90-90-90, que busca impulsar el enorme potencial de prevención y terapéutico del tratamiento del VIH. Sin embargo, cada vez resulta más evidente que lograr los objetivos 90-90-90 no es suficiente para ponerle fin a esta epidemia. A pesar de los constantes logros obtenidos en cuanto a que más personas conozcan su estado serológico, así como en cuanto a la cobertura del tratamiento antirretroviral y las tasas de supresión viral, en los últimos diez años se ha avanzado poco en la reducción del número de nuevas infecciones10, 11. Teniendo en cuenta que esta es la generación de jóvenes próximos a la adolescencia y a la adultez joven más grande de la historia, el aumento de nuevas infecciones es inevitable a menos que logremos incrementar las tasas de supresión viral y disminuir de manera sustancial la tasa de transmisión del VIH.
Tanto en países con ingresos altos como en entornos con pocos recursos, pruebas recientes demuestran que combinar la ampliación del tratamiento del VIH con fuertes inversiones en medidas de prevención primaria del VIH con base científica puede conducir a una gran y rápida reducción de nuevas infecciones12, 13, 14, 15, 16. Si bien desde hace mucho tiempo se sabe que este enfoque combinado de prevención es lo que se necesita, muy pocas veces se ha implementado a una escala mayor. La reciente disminución del número de hombres en África que quieren servicios de circuncisión es el ejemplo perfecto de esto17. La combinación de la profilaxis preexposición (PrEP) con la ampliación del tratamiento del VIH ha hecho posible que se registren reducciones extraordinarias del número de nuevas infecciones por el VIH en muchas ciudades de Europa y América del Norte. No obstante, en países de ingresos bajos y medios, la cobertura de la PrEP es mínima, y actualmente no existe ningún plan claro en marcha que oriente o acelere la expansión de la PrEP.
«Subestimamos la importancia de la prevención del VIH en nuestro propio perjuicio»
Adicionalmente, hay indicios de que el compromiso mundial para investigar sobre nuevas tecnologías de prevención se está estancando. Incluso a pesar de que los avances científicos han renovado el optimismo respecto a la viabilidad de las vacunas contra el VIH y otros logros en materia de prevención, en realidad, el financiamiento para investigaciones relacionadas con el VIH se ha mantenido sin cambios durante los últimos diez años18. Aún más preocupante es el hecho de que ha existido poca planificación sobre cómo garantizar que la futura vacuna o candidatos para lograr la cura sean rápidamente aceptados por las decenas de millones de personas en el mundo que viven con el VIH o en riesgo de contraer la infección.
La prevención del VIH es una inversión a largo plazo cuyos resultados (es decir, las infecciones que se logran prevenir) son, por definición, invisibles. La prevención del VIH exige esencialmente que luchemos de manera frontal contra cuestiones difíciles como la diversidad sexual, la sexualidad en adolescentes y el uso de drogas. Subestimamos la importancia de la prevención del VIH en nuestro propio perjuicio, pues en realidad es determinante si queremos prevenir que la epidemia vuelva a surgir en los próximos años.
¿De qué manera los países donantes deberían apoyar la respuesta al VIH en países con ingresos bajos y medios fuera de África meridional y oriental?
Cuando donantes internacionales se comprometieron hace más de 15 años para invertir decenas de miles de millones de dólares en revertir el curso de la epidemia global del VIH, lo que hicieron fue tomar una decisión política. Lo mismo puede decirse de muchos gobiernos nacionales que han asignado una proporción significativa de recursos internos a programas del VIH.
No obstante, el compromiso político respecto al sida se está debilitando. De 2014 a 2016, los desembolsos para el VIH provenientes de gobiernos donantes cayeron en casi 20 %19. A nivel mundial, los recursos disponibles provenientes de todo tipo de fuentes que se destinaron para programas del VIH en países de ingresos bajos y medios disminuyeron en un 5 % solo en 201620. Si bien las inversiones nacionales relacionadas con el VIH siguen aumentando, el ritmo de ese crecimiento es ahora mucho menor que hace cinco años21.
A pesar de que casi ningún donante internacional usa la categoría de ingresos de un país como el único criterio de elegibilidad para asistencia en salud, la comunidad de donantes está priorizando cada vez más la ayuda a países de ingresos bajos o con alta carga de enfermedad. Esto pone a las poblaciones clave en epidemias concentradas en un riesgo cada vez mayor de perder servicios básicos, pues, en muchos países, los programas para estas personas dependen extremadamente de la asistencia internacional22.
Desde hace mucho tiempo ha estado claro que el estigma, la discriminación, la criminalización y la exclusión social son frecuentemente los factores que impiden que las poblaciones clave accedan a servicios. No obstante, los donantes pocas veces consideran la viabilidad del acceso para esos grupos al momento de iniciar la fase de transición de la asistencia. Esto crea un enorme vacío en entornos en los que los gobiernos nacionales no tienen ninguna intención de financiar programas básicos del VIH dirigidos a poblaciones clave.
Ahora bien, no hay que malinterpretar esta observación. Los líderes nacionales de países con ingresos medios sí deben ser responsables por el financiamiento interno directo para luchar contra la epidemia que sus países enfrentan, pero existen pruebas que señalan que algunos países están entrando en fase de transición de la asistencia de forma muy rápida y sin suficiente planificación23.
Al ser una comunidad, las personas siempre deben ser el elemento central de nuestros esfuerzos. Las fases de transición del apoyo de los donantes deben asumirse con cuidadosa planificación y durante un periodo de tiempo prolongado para asegurar la continuidad de los servicios básicos para las personas marginalizadas. La comunidad internacional en su conjunto debe abordar el problema de la amplia brecha de cobertura que está creciendo en países de ingresos medios.
¿Qué tan preparados estamos nosotros, como comunidad del VIH, para adoptar otros enfoques para manejar la epidemia?
Habiendo reconocido al sida como una crisis global que ha requerido una respuesta única en su tipo, el movimiento del VIH muchas veces ha tenido que seguir su propio camino cuando ha sido necesario. Si bien siempre hemos colaborado con distintos sectores y diversos aliados, también estamos dispuestos a crear sistemas y respuestas específicas para el VIH que nos permitan llevar a cabo nuestra labor.
«Esta disposición para ‘pensar fuera de la caja’ es una de nuestras mayores fortalezas»
Al planificar la lucha a largo plazo contra el VIH, necesitaremos aceptar la integración para mantener y consolidar nuestros logros. Dado que el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica pero manejable, se aborda con mayor frecuencia en sistemas de salud más amplios, como sucede con otras enfermedades crónicas. Esos sistemas tienen que ser más sólidos para mantener el acceso ininterrumpido al tratamiento del VIH para las decenas de millones de personas que lo necesitarán en las próximas décadas. Por ello, el futuro de la respuesta al VIH dependerá de la construcción de bloques de sistemas de salud, lo que debe incluir personal de salud adecuado y debidamente capacitado, sistemas de laboratorio y sistemas accesibles para la provisión de servicios de atención y tratamiento.
Además, conforme las personas que viven con el VIH tienen más edad, necesitan, al igual que otros grupos poblacionales, una amplia variedad de servicios de salud, entre ellos el diagnóstico y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, diabetes y cáncer. Serán necesarios modelos de servicios más integrados y colocalizados para manejar y coordinar la atención de múltiples desafíos en materia de salud, especialmente la tuberculosis. La prevención del VIH también necesitará un trabajo más colaborativo con otros sectores. Así, el sector educación, los sistemas de protección social y otros sectores tendrán que desempeñar roles centrales en la lucha contra factores sociales y estructurales que aumentan la vulnerabilidad al VIH. No obstante, una integración a gran escala del VIH en sistemas de salud más amplios también implica riesgos. Al estrechar la relación entre el VIH y otros componentes de la salud mundial y del desarrollo, debemos asegurarnos de mantener los elementos de la respuesta al VIH que han demostrado ser tan transformadores, entre ellos el compromiso por el respeto de los derechos humanos y la equidad de género, respuestas participativas e inclusivas, el liderazgo y el compromiso comunitarios, metas ambiciosas que sirvan de inspiración y guía para nuestros esfuerzos, la rendición de cuentas y la transparencia.
Independientemente de cómo se dé dicha integración, debemos mantenernos alerta frente a barreras políticas e ideológicas que tienen efectos negativos en los resultados en materia de salud respecto a todas las personas en general. Un ejemplo de ello es la reimposición, por parte del gobierno de los Estados Unidos, de la ley mordaza global. Ampliarla a todos los programas mundiales de salud que reciben asistencia de los Estados Unidos solo hace más difíciles los desafíos que las clínicas y otros proyectos de salud enfrentan debido a que el financiamiento que reciben está en declive. Las clínicas deben enfrentar una dolorosa decisión: si actúan conforme a lo que dictan la ciencia, los derechos humanos y, en algunos países, las leyes, y proporcionan todos los servicios de salud sexual y reproductiva que sus clientes necesitan, corren el riesgo de dejar de funcionar debido a la interrupción del financiamiento básico que requieren para ello24.
Los compromisos de la IAS para 2018
Esperamos con interés poder trabajar con miembros de la IAS durante este año para poder cumplir juntos con los siguientes compromisos:
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Integrar al VIH en la agenda más amplia de la salud mundial
Para mantener el nivel de la respuesta al VIH y hacer que la salud sea considerada una prioridad a nivel mundial, la comunidad del VIH necesita hacer causa común con la agenda más amplia de la salud mundial con mayor frecuencia. La Comisión por el Futuro de la Salud Mundial y la Respuesta al VIH de la IAS y The Lancet fue convocada para evaluar de manera crítica cuál sería la mejor manera de integrar al VIH en la agenda de la salud mundial e identificar los atributos únicos de la respuesta al VIH que deben mantenerse e incorporarse en todo el campo de la salud. La comisión espera promover la visión de una salud sostenible para todos. Su lanzamiento será este año y está evaluando dónde y cómo se debería integrar al VIH en programas de salud más amplios. El objetivo es identificar sinergias que puedan beneficiar tanto a resultados en salud relacionados con el VIH como a aquellos no relacionados con dicha infección. Los equipos de modelización convocados por la Comisión se encargarán de cuantificar la salud y los beneficios económicos de un enfoque más integrado y más responsable para la respuesta al VIH y la salud en general.
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Hacer que la ciencia sea el motor detrás de las políticas
Este año, la IAS, junto con algunos aliados, publicará la Declaración de consenso de expertos sobre la ciencia del VIH en el contexto del derecho penal, elaborado por destacados científicos de diversas partes del mundo. Dicho documento describe cómo el uso generalizado del derecho penal, que muchas veces se fundamenta en una percepción exagerada del riesgo, contribuye a la propagación de información errónea sobre el VIH y socava la salud pública. Esperamos que esta declaración hecha por expertos se convierta en la referencia por excelencia para aclarar temas clave sobre la ciencia del VIH en beneficio de todos los actores involucrados en el derecho penal, incluidos policías, fiscales, abogados, jueces, peritos, legisladores y activistas. La prueba de fuego para esta declaración será ver hasta qué punto se llegan a desechar las políticas y prácticas nocivas. La IAS y sus aliados promotores de acciones de incidencia y defensores de los derechos humanos en distintos países estarán vigilantes frente a este tema tan importante con el fin de asegurar que la ciencia sea el fundamento en el que se basan los cambios de políticas y las mejores prácticas.
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Reunir a científicos interdisciplinarios, activistas comunitarios y personal de salud de primera línea en la conferencia AIDS 2018
Muchos de los grupos poblacionales con los niveles más altos de carga del VIH son también aquellos cuyo bienestar está en riesgo debido a la constante falta de servicios integrales de salud sexual y reproductiva. Estos grupos incluyen a hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres, personas trans, trabajadores sexuales, personas que se inyectan drogas y mujeres jóvenes y adolescentes. En la conferencia AIDS 2018, la IAS adoptará un espíritu de interconexión y promoverá una experiencia interactiva para que se converse sobre cómo los esfuerzos para ponerle fin al sida ayudarán a cumplir con la Agenda para el Desarrollo Sostenible. Esto incluye nuestra nueva alianza con Women Deliver para la iniciativa Generation Now, que tendrá una duración de dos años y agrupa nuestras plataformas mundiales (AIDS 2018 y Women Deliver 2019) en un mismo espacio, con el fin de apoyar la protección de los derechos de salud sexual y reproductiva de mujeres jóvenes y adolescentes.
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Invertir en priorizar la prevención
En esta ocasión, la IAS organizará la Agrupación Mundial para la Vacuna contra el VIH, que es el resultado de la confluencia de esfuerzos organizacionales para incrementar el apoyo que se brinda a investigadores, científicos y activistas que trabajan para desarrollar una vacuna eficaz contra el VIH. Una vacuna, al igual que cualquier otro enfoque innovador de prevención en desarrollo, no va a sustituir a las demás formas de prevención del VIH que existen, sino que será una nueva y potente herramienta que puede ayudarnos a llegar mucho más rápido a un verdadero punto de inflexión en la epidemia a nivel mundial. Este compromiso también se amplía a nuestro trabajo en curso enfocado en desarrollar y proveer una cura para el VIH, y en expandir las oportunidades de investigación y opciones de tratamiento para enfrentar casos de VIH pediátrico.
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Difundir investigaciones innovadoras en VIH
Mediante la revista Journal of the International AIDS Society, seguiremos difundiendo de manera gratuita innovadores e importantes hallazgos de investigaciones realizadas en diversas disciplinas del campo del VIH. El foco específico es la ciencia operacional y de implementación, que proporciona valiosa información sobre distintos algoritmos para monitorear y poner en marcha en diversos contextos programas de tratamiento, prevención y atención que sean integrales, pero a la vez asequibles y sostenibles. En esta misma línea, el Fondo Educativo de la IAS seguirá funcionando por tercer año consecutivo para ofrecer kits de herramientas interactivas para la generación de conocimiento y organizar foros regionales dinámicos basados en los últimos descubrimientos científicos presentados en las conferencias IAS y AIDS. Con estos esfuerzos, logramos que las investigaciones más recientes pasen de un nivel mundial a un contexto local para así hacerlas más accesibles para médicos y otros proveedores de servicios de salud.
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Hacer que el dinero sirva para una atención médica centrada en las personas
La IAS se ha comprometido a recabar la voluntad política necesaria y a ampliar aún más la provisión de servicios diferenciados para mejorar la calidad de servicios y el acceso a estos para las personas que viven con el VIH y aquellas más vulnerables a la infección. La provisión de servicios diferenciados se centra fundamentalmente en el cliente en el afán de satisfacer mejor las necesidades de las personas que viven con el VIH y, al mismo tiempo, aliviar cargas innecesarias que soportan los sistemas de salud. Si este enfoque centrado en el cliente conduce a una mejora de la eficiencia que permite ahorrar costos, entonces todos los grupos de interés resultarán beneficiados. Ahora bien, si invertir en un enfoque centrado en el cliente requiere recursos adicionales para empoderar a las comunidades y garantizar que nadie sea dejado de lado, la IAS sigue firme en su compromiso de asegurar que esos recursos estén disponibles.
Descargue la carta anual aquí (disponible sólo en inglés)
(1 Nkambule R et al., Substantial progress in confronting the HIV epidemic in Swaziland: first evidence of national impact, IAS 2017, Paris, 2017, Abstract MOAX0204LB.
2 ONUSIDA, Ending AIDS: Progress towards the 90-90-90 targets, 2017.
3 ONUSIDA, Ending AIDS: Progress towards the 90-90-90 targets, 2017.
4 Crepaz N et al., Racial and Ethnic Disparities in Sustained Viral Suppression and Transmission Risk Potential Among Persons Receiving HIV Care – United States, 2014, MMWR 2018;67(4):14-18.
5 ONUSIDA, Ending AIDS: Progress towards the 90-90-90 targets, 2017.
6 OMS, Adolescent pregnancy – Factsheet, 2018.
7 Jewkes RK et al., Lancet 2010; 376:41-48.
8 Bernard EJ & Cameron S, Advancing justice 2: Building momentum in global advocacy against HIV criminalization, HIV Justice Network and GNP+, 2016.
9 ILGA, State-Sponsored Homophobia, 2017.
10 ONUSIDA, Ending AIDS: Progress towards the 90-90-90 targets, 2017.
11 GBD 2015 HIV Collaborators, Estimates of global, regional, and national incidence, prevalence, and mortality of HIV, 1980-2015: the Global Burden of Disease Study 2015, Lancet HIV 2016; 3(8):e361-e387.
12 Grabowski et al., HIV Prevention Efforts and Incidence of HIV in Uganda, New Eng J Med 2017;377:2154-2166.
13 Nwokolo N et al., Rapidly declining HIV infection in MSM in central London, Lancet HIV 2017;4(11):e482-d483.
15 San Francisco Department of Public Health, HIV epidemiology annual report, 2017.
17 http://www.who.int/hiv/pub/malecircumcision/vmmcprogress-brief-2017/en/.
18 http://www.who.int/hiv/pub/malecircumcision/vmmcprogress-brief-2017/en/
21 ONUSIDA, Ending AIDS: Progress towards the 90-90-90 targets, 2017.
22 https://www.opensocietyfoundations.org/sites/default/files/lost-in-translation-20171208.pdf.
23 https://www.opensocietyfoundations.org/sites/default/files/lost-in-translation-20171208.pdf.
24 http://www.harm-reduction.org/sites/default/files/pdf/rserbia-global-fund-210x297_0.pdf.