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Por Mark Dybul, Director Ejecutivo del Fondo Mundial
Publicado en VOCES
La prevención, que es un elemento indispensable de nuestros esfuerzos para poner fin a la epidemia del VIH, se está quedando demasiado rezagada y, como consecuencia, muchas personas se están infectando por el virus.
Se calcula que 2,1 millones de personas se infectaron por el VIH en 2015, entre las que se encontraban 1,9 millones de adultos (un número que no varió de 2010 a 2015) y más de 150.000 niños. Todos ellos ahora se ven obligados a vivir con una enfermedad que podemos prevenir.
El número de personas que recibe tratamiento para el VIH aumenta de forma constante (más de 18 millones en la actualidad) como resultado del impresionante trabajo de muchos países, una labor que debe continuar y seguir ampliándose.
Al mismo tiempo, para acabar con la epidemia debemos revitalizar el movimiento del VIH con un enfoque integral que incluya métodos de prevención médica, pero que también vaya más allá para abordar los factores culturales y estructurales que ponen a las personas en riesgo y obstaculizan el acceso a los servicios. Necesitamos renovar nuestro compromiso con aquellos a quienes hemos dejado atrás.
Las adolescentes y las jóvenes de África oriental y meridional se ven afectadas de forma desproporcionada por el VIH. En 2015 se diagnosticó el virus a unas 7.500 jóvenes a la semana. Para que la prevención sea eficaz, debemos trabajar más rápido y más cerca de este grupo, así como de los profesionales del sexo, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las comunidades transgénero, las personas que consumen drogas, los migrantes y los reclusos.
En el Fondo Mundial estamos comprometidos a tomar más medidas para impulsar las iniciativas de prevención del VIH entre todas las personas que estos esfuerzos han dejado atrás y trabajaremos con el objetivo de acelerar el acceso a servicios integrales para las poblaciones clave y vulnerables, incluida la provisión de intervenciones de prevención combinadas, así como para invertir en respuestas centradas en las personas y dirigidas por la comunidad.
Nuestra meta será realizar inversiones sólidas para hacer frente a los obstáculos estructurales y relacionados con los derechos humanos en los servicios de salud. La desigualdad, la pobreza y la discriminación exponen a las personas más afectadas a un riesgo aún mayor de infectarse por el VIH. Prestaremos más atención a los determinantes sociales que sitúan a las adolescentes y a las jóvenes que viven en entornos con una carga elevada de la enfermedad en una situación especialmente vulnerable. Intentaremos establecer asociaciones amplias que promuevan la justicia social construyendo sociedades más justas e igualitarias.
Somos conscientes de que para reducir la incidencia de las infecciones por el VIH debemos seguir creando alianzas sólidas que promuevan la prevención. El compromiso adoptado por los estados miembros de las Naciones Unidas en virtud de la Declaración política de 2016 de invertir al menos una cuarta parte de los recursos mundiales destinados al VIH en programas de prevención primaria eficaces es un gran paso en la dirección correcta.
La OMS está abogando por que se preste más atención a las medidas de prevención que son eficaces, junto con la ampliación del tratamiento antirretroviral. Además, está apoyando la innovación en las pruebas del VIH con el objetivo de llegar a los 14 millones de personas seropositivas que todavía desconocen su estado serológico. Estamos comprometidos a ayudar a los países para que puedan ampliar intervenciones innovadoras en materia de VIH que nos ayuden a conseguir que el virus deje de ser una amenaza para la salud pública. A este respecto, damos la bienvenida a las nuevas recomendaciones sobre la autoevaluación y la notificación asistida del VIH a la pareja que la OMS publicará coincidiendo con el Día Mundial del Sida de 2016.
La autoevaluación es una forma excepcional de llegar a las personas que desconocen su estado serológico. Se trata de una estrategia innovadora que ayudará a acelerar el acceso y la realización de pruebas del VIH, que son especialmente importantes para quienes están expuestos a un mayor riesgo de infección y para aquellos que viven en zonas donde la cobertura de los servicios de las mismas es limitada. Este servicio será por lo tanto un buen modo de llegar a las personas seropositivas que no conocen su estado.
Para que esta iniciativa sea eficaz necesita el apoyo de asociados en el ámbito de la salud mundial que aseguren los vínculos con pruebas para confirmar los resultados, el tratamiento y la atención para quienes resulten seropositivos. Igualmente se deben tomar otras medidas integrales de prevención para quienes reciban un resultado negativo. La autoevaluación será una herramienta clave a la hora de reducir la incidencia de las infecciones por el VIH y, por este motivo, la promovemos de forma inequívoca.
Los asociados en materia de salud mundial deben por su parte aunar esfuerzos para apoyar esta iniciativa y cualquier otra medida dirigida a reducir el número de nuevas infecciones. Acelerar la prevención del VIH no solo es esencial en sí misma, sino también porque es la forma más segura de conseguir que el tratamiento sea sostenible. Solo lograremos poner fin realmente a la epidemia del VIH si inclinamos la balanza en contra de las infecciones.